El ictus es un accidente cerebrovascular que sucede por una consecuencia de la interrupción de manera súbita del flujo sanguíneo a una parte del cerebro o de la rotura de una vena o arteria, es decir, un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro se ha roto haciendo que la sangre empiece a fluir y esparcirse por la zona afectada del cerebro y a dañarlo o ha quedado taponado, dejando de llegar sangre al cerebro y causando que no llegue oxígeno a las células nerviosas y mueran.
¿Puede prevenirse el ictus?
Llevar una vida sana puede llegar a disminuir el riesgo de sufrir un ictus, existiendo factores de riesgo no modificables y factores de riesgo modificables.
Dentro de los factores de los que no podemos modificar nos encontramos con:
- La edad, donde el riesgo aumenta con la edad.
- Ser hombre.
- Antecedentes familiares.
Dentro de los factores de los que sí podemos modificar nos encontramos con:
- Estilo de vida sedentario.
- Obesidad y nivel elevado de grasa en sangre.
- Diabetes mellitus.
- Consumo de tabaco.
- Hipertensión arterial.
- Diferentes enfermedades cardíacas como arritmias o angina de pecho.
Conozcamos las diferentes causas del ictus
Existen diferentes causas que pueden producirlo, como son:
- Ictus por arteriosclerosis: La arteriosclerosis es una inflamación crónica de las arterias que provoca endurecimiento y acumulación de placas de colesterol causando la provocación de trombos y pudiendo ocasionar un ictus.
- Ictus cardioembólico: Los diferentes trastornos cardíacos pueden ocasionar coágulos de sangre en el corazón, el trombo viajará a través de las arterias hasta el cerebro llegando a obstruir una de ellas.
- Ictus por causas poco frecuentes como la rotura de la pared de una arteria o disección arterial.
- Trombosis venosa cerebral: ictus causado por un trombo en las venas cerebrales causando problemas en el retorno de la sangre desde el cerebro, pudiendo congestionar las venas y dificultando la irrigación.
- Otras causas indeterminadas: Serán los casos donde la causa no sea identificada.
Tipus de ictus; hemorrágico e isquémico
Existen dos tipologías de ictus, el ictus hemorrágico se distingue por la rotura de una vena o arteria cerebral, donde la sangre empieza a fluir y esparcirse por la zona afectada del cerebro y a dañarlo. En cambio el ictus isquémico se caracteriza por interrumpir de manera súbita el flujo sanguíneo a una parte del cerebro por la presencia de un trombo en una arteria. Dentro del tipo isquémico se encuentran la trombosis, cuándo se forma un coágulo en una arteria o vena cerebral y la embolia cuando se bloquea un vaso sanguíneo por un coágulo formado en otro sitio.
Sintomatología del ictus
La sintomatología que debe conocerse poder identificarlo de manera precoz son:
- Pérdida de fuerza en la mitad del cuerpo de las extremidades de manera súbita.
- Dificultad para hablar y falta de comprensión, le cuesta articular y a los demás les cuesta comprender a la persona.
- Dolores de cabeza muy intensos de inicio brusco y sin causa aparente.
- Pérdida de visión total o parcial o visión borrosa.
- Trastornos de sensibilidad como sensación de hormigueo, que puede darse en un lado del cuerpo, de cara, brazo o pierna.
- Sensación de vértigo, desequilibrio o inestabilidad.
Diagnóstico y tratamientos del ictus
Para diagnosticar este accidente cerebrovascular las primeras seis horas y conocer la sintomatología de la persona es fundamental, la utilización de pruebas de neuroimagen, como la resonancia magnética cerebral, el escáner, ecodoppler de troncos supraaórticos y doppler transcraneal, servirán para diagnosticar la causa y la tipología de ictus.
Existen diferentes consecuencias derivadas de sufrir un ictus, las cuales serán necesario tratar. Después de sufrir un ictus en el hemisferio derecho podremos encontrar parálisis del lado contrario, hemiplejía izquierda, en ella podremos observar problemas en la percepción del espacio, funciones visuoespaciales, no reconocimiento de las secuelas y negligencia izquierda. Si éste ocurre en el hemisferio izquierdo ocasionará hemiplejía derecha y se observan diferentes problemas de lenguaje, afasia.
Si el ictus se localiza en el cerebelo se verán dificultades en la coordinación, equilibrio, mareo, náuseas y vómitos. Si se localiza en el tronco del encéfalo las complicaciones pueden ser más graves.
Existen diferentes tratamientos para las consecuencias y secuelas de este accidente cerebrovascular, el tratamiento será multidisciplinar, formarán parte el neurólogo y el médico rehabilitador que harán el seguimiento con controles periódicos y evaluación de la persona, junto al neuropsicólogo, fisioterapeuta, logopeda y terapeuta ocupacional se intentará mejorar la independencia de la persona en las actividades de la vida diaria.
El fisioterapeuta se centrará en trabajar la movilidad de la persona para recuperar la coordinación y el equilibrio. El logopeda trabajará todo lo relacionado con el lenguaje y el habla. El terapeuta ocupacional enseñará a la persona a mejorar y optimizar la actividad que queda tras el ictus y conseguir una mejor adaptación del entorno, creando estrategias compensatorias para las actividades básicas e instrumentales. El neuropsicólogo se encargará de realizar una rehabilitación neuropsicológica de las funciones cognitivas que se encuentren alteradas tras el ictus, pudiendo ser la orientación espacial, temporal y personal, las funciones visuoespaciales o la memoria.
En definitiva, existen diferentes factores de riesgo que son modificables y otros que no son modificables, pero cuando ha ocurrido un ictus para poder diagnosticar correctamente se tendrán que tener en cuenta la sintomatología que haya sufrido la persona y hacer un diagnóstico rápido ya que las primeras seis horas serán fundamentales. Una vez diagnosticado, el tratamiento será multidisciplinar, englobando profesionales como el neurólogo, logopeda, neuropsicólogo y terapeuta ocupacional.
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